Luis Enrique Peñuelas Carrillo
haguen1386@hotmail.com
La Escuela de Fráncfort
La Escuela de Fráncfort se caracterizó por rechazar la doctrina positivista de
una ciencia social (Lowy, 1986: 118). La doctrina positivista suponía que la
ciencia carecía de presuposiciones, es decir, que se encontraba sin juicios de
valor; se trata de una ciencia “[…] "axiológicamente neutra", que pretende
limitarse a la recolección y clasificación de "hechos" puramente empíricos […]”
(Lowy, 1986: 118).
La Escuela de Fráncfort se orienta en otra dirección al positivismo, así, la
ciencia se encuentra cargada de presuposiciones y valores (Lowy, 1986: 119).
“La teoría crítica, por el contrario, no pretende ser "axiológicamente neutra";
niega tal posibilidad en el dominio del conocimiento social y proclama abierta
y orgullosamente su ligazón a ciertos valores, su carácter partidario […]”
(Lowy, 1986: 119). La teoría crítica de la Escuela de Fráncfort “[…] reconoce
abiertamente su pertenencia a ciertas posiciones morales y políticas, rechazando
el cómodo mito de un conocimiento “neutral" de la sociedad […]” (Lowy, 1986:
120). La Escuela de Fráncfort tiene un compromiso partidario en la
consolidación del conocimiento, es decir, el conocimiento se tiene que fundar
de acuerdo a una postura cargada de valores, así, el investigador deja de ser una
pretensión de “neutralidad”, para ser alguien que funda conocimiento
conscientemente desde una postura partidaria (Lowy, 1986: 137). “[…] su
compromiso partidario profundo y auténtico en relación a la revolución es
ciertamente una de las razones por las que sus escritos […] están entre los más
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extraordinarios monumentos del pensamiento crítico del siglo XX” (Lowy,
1986: 137).
Horkheimer
Para Horkheimer “El sujeto de la teoría crítica no es un pensador aislado,
sino un individuo definido por sus ligazones reales con otros individuos y
grupos, así como por su relación contradictoria con cierta clase social” (Lowy,
1986: 125). La teoría crítica está condicionada y ligada al mismo tiempo con
ciertas fuerzas sociales (Lowy, 1986: 125). El intelectual de la teoría crítica se
relaciona socialmente con otros grupos, no se encuentra aislado de la sociedad,
produciendo conocimiento desde su pensamiento ajeno a la sociedad y a la
interacción con otros. De igual manera, el intelectual de la teoría crítica está
atravesado por fuerzas sociales, como su clase social, lo cual define su
pensamiento: “[…] la tarea del teórico crítico es la lucha, a la cual pertenece su
pensamiento y no el pensamiento como algo independiente y separado de la
lucha” (Lowy, 1986: 126). Pensamiento crítico y lucha van de la mano. Así, la
verdad queda en manos de un seno pequeño de grupos críticos y admirables,
que relacionan la lucha con el pensamiento (Lowy, 1986: 126, 127). “Esos
pequeños grupos en los cuales se ha refugiado la verdad son ignorados o
antagonizan, aún con la parte “opositora de la sociedad” (Lowy, 1986: 127).
Así, la lucha desde el pensamiento se da por grupos de la sociedad que
antagonizan.
“Hay una vocación del proletariado hacia el conocimiento de la verdad,
la cual es la resultante de su situación objetiva” (Lowy, 1986: 126). El
proletariado es la clase social que aspira a conocer la verdad; su situación
material objetiva le permite acercarse a la verdad, porque en esa situación
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objetiva concreta, no existe explotación hacia otras clases sociales. El
proletariado no explota y como tal, puede acercarse más a la verdad, que la
burguesía, clase social que depende del proletariado para existir: la verdad está
más cerca de la no explotación de otro ser humano. Sin embargo, “El hecho de
que corresponda a cierta posición social, que esté ligada al horizonte y a los
intereses de ciertos grupos, no significa que no sea válida para los otros, que
niegan y oprimen la verdad” (Lowy, 1986: 125), en otras palabras, la verdad a
la que se acerca más el proletariado, también puede ser válida para la burguesía.
“La teoría crítica no puede subordinarse pasivamente al “estado de ánimo
psicológico” de los obreros; sino se es capaz de presentar al proletariado sus
propios intereses (que son simultáneamente los de la sociedad)” (Lowy, 1986:
126). El proletariado tiene que tener consciencia de sus propios intereses, de sus
condiciones materiales objetivas, y dejar de lado aspiraciones a las que no puede
tener acceso, como serían las condiciones materiales de la burguesía; cuando el
proletariado es consciente de que no puede tener las condiciones materiales de
la burguesía, se denomina consciencia de clase. Horkheimer contiene una
referencia hacia los intereses del proletariado (Lowy, 1986: 128). La teoría
crítica va más allá de la subordinación del “estado de ánimo psicológico” de los
obreros, al presentarle al proletariado sus propios intereses, que no son los de la
burguesía, es decir, la teoría crítica ayuda al proletariado a tener consciencia de
clase, para que no vaya a aspirar a tener las condiciones materiales de la
burguesía, y se pierda la consciencia que guía la lucha: la carencia material que
se da cuando unos tienen más que otros, y que conlleva a que unos exploten a
otros. El proletariado necesita la teoría crítica para evitar que se limite a seguir
los pensamientos y opiniones ocasionales de las masas, porque así caería bajo
una dependencia servil hacia lo existente (Lowy, 1986: 126).
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Ignorar la lucha desde el pensamiento y pretender producir conocimiento
desde “[…] una ciencia “libre de juicios de valor” no es en el fondo más que
una tentativa de reducir la reflexión teórica a una humilde sirvienta que hace de
todo y está al servicio de los objetivos institucionales de la sociedad industrial”
(Lowy, 1986: 119). Los intereses institucionales de la sociedad industrial
producen conocimiento en la ciencia que se postula “neutral” (Lowy, 1986:
119). Así, la ciencia producida desde la doctrina positivista queda como
conocimiento producido al servicio de la sociedad industrial capitalista.
Marcuse
Para Marcuse, “existen ciertos valores éticos para toda la humanidad
(Lowy, 1986: 121). Esos valores éticos van de la mano con la base “ontológica”
o “epistemológica” de la teoría crítica: la esencia humana, negada y oprimida
por el capitalismo (Lowy, 1986: 123). “El concepto de esencia humana se da
como fundamento ético y filosófico de la teoría y la praxis revolucionarias”
(Lowy, 1986: 123). “Postula una esencia humana: la teoría crítica en una
esencia (hegeliana) racionalmente definida” (Lowy, 1986: 124). Marcuse busca
una esencia humana, la cual es la base ontológica y epistemológica de la teoría
crítica. Por otro lado, “la teoría puede tener una validez general, lo que significa
que puede tener un contenido de verdad” (Lowy, 1986: 121). La validez general
de la teoría crítica como contenido de verdad, se da porque tiene como base
ontológica y epistemológica la esencia humana. Así, la teoría crítica “trata de
descubrir un criterio o una instancia para juzgar la validez o la verdad de una
proposición teórica” (Lowy, 1986: 121). Existe una instancia objetiva que
ostenta un juicio de valor universal que produce ciertas estructuras de base
fundamentales, a-históricas o transhistóricas, de la vida humana (Lowy, 1986:
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122). Desde la teoría, la teoría crítica trata de llegar a la verdad, que tiene de
fondo la esencia humana, que es oprimida por el capitalismo. Existen fuerzas
sociales, además del proletariado, que pueden llegar a ser portadoras de la
esencia humana, universal (Lowy, 1986: 124). La esencia humana puede llegar
a otras clases sociales que no son el proletariado. La teoría crítica“[…] no
fundamenta la superioridad del punto de vista proletario en la situación objetiva
del proletariado como clase [....] sino sobre el mayor valor ético (según los
criterios transhistóricos) […]” (Lowy, 1986: 122). Se trata de una esencia
humana universal que va más allá del proletariado, que le puede ayudar, y a
otras clases sociales.
La teoría crítica desde Marcuse, postula “una negación radical e
irreconciliable del orden establecido y la aspiración a su transformación
revolucionaria total” (Lowy, 1986: 123). Marcuse “presenta la doctrina
marxista como “la teoría concreta de la praxis proletaria” y “la forma a través
de la cual el proletariado como clase, a partir de su situación social, debe vivir,
captar y construir la realidad”” (Lowy, 1986: 120). La encargada de realizar la
transformación radical de la realidad mediante la revolución total, es el
proletariado. La praxis revolucionaria está en manos del proletariado: el papel
histórico del proletariado es ser portador de la revolución (Lowy, 1986: 123).
La teoría crítica desde Marcuse, en manos de la revolución del proletariado,
sería llevar la teoría a la praxis: “[…] la teoría está ligada a la praxis” (Lowy,
1986: 121).
Adorno
“Afrontando el desafío de la figura del positivismo […] Adorno desmonta
admirablemente -en su célebre polémica de los años sesenta [y] rechaza lo que
[…] designa como "la confianza ingenua" de Popper en las instituciones
organizadas de la ciencia social como garantía de acceso a la verdad” (Lowy,
1986: 134). Las instituciones tienen intereses de clase, lo que trae consigo la
producción de conocimiento de ciencia social con intereses de clase, es decir,
no existe la confianza ingenua en la producción neutral del conocimiento social.
“El positivismo es, para él, a pesar de sus pretensiones de neutralidad, una forma
de pensamiento cuyas categorías son las de la clase burguesa y que rechazan o
reprimen toda idea cuya racionalidad pone en cuestionamiento la razón
dominante” (Lowy, 1986: 134). El positivismo pretende neutralidad, sin
embargo, utiliza categorías conceptuales de la clase burguesa, que tienen de
fondo intereses de clase, lo que rechaza toda idea de racionalidad, desde la teoría
crítica.
Después de haber rechazado la ilusión weberiana (y positivista) de un
conocimiento libre de juicios de valor, Adorno se interroga acerca de los valores
necesarios y/o inmanentes a la investigación de la verdad objetiva” (Lowy,
1986: 135). Para Adorno existen valores necesarios para la verdad objetiva que
permiten ir más allá de la idea de una ciencia social neutral, que finalmente
termina por servir a los intereses de la clase burguesa; los valores van de la
mano con la ética y la racionalidad: “El único "fundamento" que percibe de la
verdadera conciencia es de orden ético y racional (Lowy, 1986: 135). Hay “[…]
una forma adecuada de reproducción de la vida […] valores conducen a una
razón objetiva” (Lowy, 1986: 135). La teoría crítica desde Adorno, pretende
acceder desde la racionalidad objetiva, a valores éticos que permitan al
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conocimiento producirse lejos de una visión “neutral” de la ciencia, que de
fondo tiene intereses de la clase burguesa.
Los expertos del NAICM y el conocimiento positivista burgués
Carlos Slim ofreció una conferencia de prensa para defender la
construcción del nuevo aeropuerto que se construye en el Lago de Texcoco
(Regeneración, 16 de abril de 2018). El hombre más adinerado del mundo,
aprobó de la mano de expertos que contrató, la obra del Nuevo Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México. El multimillonario se valió del
conocimiento de especialistas que salieron a la luz pública como “los expertos”,
a quienes no se podía debatir; los resultados que ofrecieron los “especialistas”,
fueron sencillamente “resultados científicos neutrales”. Sin embargo, esos
expertos se valieron del conocimiento especializado colocado como neutral, el
cual esconde detrás intereses de clase, específicamente, de la clase burguesa: La
doctrina positivista suponía que la ciencia carecía de presuposiciones, es decir,
que se encontraba sin juicios de valor; se trata de una ciencia “[…]
"axiológicamente neutra", que pretende limitarse a la recolección y
clasificación de "hechos" puramente empíricos […]” (Lowy, 1986: 118). Así,
los especialistas del NAICM contratados por Slim, colocan los resultados de su
asesoría como axiológicamente neutros. Según Horkheimer ignorar la lucha
desde el pensamiento y pretender producir conocimiento desde “[…] una
ciencia “libre de juicios de valor” no es en el fondo más que una tentativa de
reducir la reflexión teórica a una humilde sirvienta que hace de todo y está al
servicio de los objetivos institucionales de la sociedad industrial” (Lowy, 1986:
119). Los especialistas contratados por Slim, colocaron resultados de la
construcción del NAICM con la cara de una ciencia libre de juicios de valor,
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cuando en el fondo, se realizó una reflexión teórica al servicio de los objetivos
institucionales de la sociedad industrial. Los intereses institucionales de la
sociedad industrial producen conocimiento en la ciencia que se postula
“neutral” (Lowy, 1986: 119). Los intereses de Slim produjeron conocimiento
científico postulado “neutral”, que de fondo fue conocimiento al servicio de la
sociedad industrial. Para Adorno: “El positivismo es, […] a pesar de sus
pretensiones de neutralidad, una forma de pensamiento cuyas categorías son las
de la clase burguesa y que rechazan o reprimen toda idea cuya racionalidad pone
en cuestionamiento la razón dominante” (Lowy, 1986: 134). La clase burguesa
a través de Slim, emitió categorías teóricas que avalaron la construcción del
NAICM, mediante la razón dominante, es decir, la razón de la clase dominante,
así, el positivismo permitió mediante su posicionamiento neutral, la emisión de
categorías teóricas al servicio de los intereses institucionales de la sociedad
industrial, específicamente de la clase burguesa a través de Carlos Slim.
Referencias
LOWY Michel (1986). ¿Qué es la sociología del conocimiento?, México:
Distribuciones Fontamara S.A.
REGENERACIÓN (16 de abril de 2018). EPN y Salinas de Gortari utilizan a Slim
para convencer del NAICM: AMLO, México: Regeneración. Disponible en:
https://regeneracion.mx/epn-y-salinas-de-gortari-utilizan-a-slim-paraconvencer-del-naicm/